La intimidad de la revolución / La universidad como espacio biográfico

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una de las novedades es que tenemos en este mes se titula La universidad como espacio biográfico, libro escrito por Sandra Carli para explicar cómo fue el itinerario de aquellos que, siendo estudiantes al comienzo de la última dictadura cívico-militar, retornaron en los 80 ya como profesionales en muchos casos, y dispuestos a realizar la transformación que -sobre todo en las carreras de humanidades- los claustros reclamaban. La noción de espacio biográfico que aparece en el título tiene por objetivo reunir este aspecto de una vida personal con un proyecto colectivo; es ‘’un horizonte de inteligibilidad de las narrativas del yo en la escena contemporánea’’. La biografía, por más personal e íntima que pudiera llegar a parecer, es siempre posible en tanto relato: así la autora la define, justamente, como un espacio intermedio entre lo público y lo privado. 

Es curioso pensar esta intersección de la vida privada del individuo en la historia; podríamos tal vez tener la tentación de asumir que, en tanto es registrado y releído, un evento no puede ser sino público. Pero lo cierto es que ningún acontecimiento aparece en el mundo sin una cadena anterior de decisiones, omisiones y azares en la vida de los actores que lo encarnan. La historia pertenece también a lo que las personas hacen, tanto como ellas pertenecen a la historia. Esta fatalidad parece verse reforzada por el hecho de que, como bien señala la autora, la vida del universitario transcurre en un recinto público; este habita la facultad de acuerdo a la máxima reformista que Deodora Roca acuñaba hacia 1918, invitando a ‘’ir a nuestras universidades a vivir, a pasar por ellas’’. El libro es un intento de reconstruír las vidas cuyo itinerario se confunde inevitablemente con las universidades que estas tocaron: Anibal Ford, Oscar Terán y Nicolas Casullo son algunos de los nombres cuya vida personal estuvo ligada a la vida colectiva de esta institución. 

Link a nuestro catálogo

No menos que en este libro encontramos tal intersección entre lo público y lo privado en La intimidad de la revolución, que señala el cruce entre estas dos dimensiones ya desde el título. El subtítulo, a su vez, indica las entidades específicas que involucran al individuo con su intimidad y a la historia con su publicidad: Afectos y militancia en la guerrilla del PRT-ERP. 

 

El libro enfatiza los modos en que quienes formaban parte de estas agrupaciones guerrilleras encontraban para narrar su propio itinerario político e intelectual. Un ejemplo de ello son los hijos de la pequeña burguesía que devinieron revolucionarios: estos no encuentran la razón de ser quienes son en ‘’el dolor y el sufrimiento asociados a su pertenencia de clase’’, sino que solían incluir como quiebre clave en su propio recorrido vital un momento de revelación, cuyo carácter cuasi religioso es funcional a la conversión ulterior. El revolucionario hijo del pequeño-burgués se sometía entonces a sí mismo a una proletarización, proceso que tenía el fin de ‘’compartir la vida, las prácticas y los valores morales de la clase obrera para adquirir características y puntos de vista proletarios’’. 

Una de las tesis centrales del libro es que, justamente, la relación entre la vida pública que la revolución precisa y la intimidad de los afectos estaba tensionada por estos dos polos. Tensión que, por supuesto, no puede sino formularse en los términos políticos que la época mejor conoce: 

 

Mariela Peller se detiene en diferentes tópicos, como la división del trabajo y la misma noción de igualdad. El trabajo no pagado que exige la reproducción de la  vida, esa serie de labores fundamentales para sostener la actividad militante, ¿son o no del orden de lo político? ¿qué valor le otorgó el Partido? ¿las organizaciones guerrilleras ejecutaron nuevos modos de la división sexual del trabajo?

 

En ese lugar funcionó, desde 1974 a 1976, una imprenta perteneciente al Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).

La Secretaría de Derechos Humanos, a través de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria de la Subsecretaría de Promoción, señalizó en Córdoba la Imprenta del Pueblo “Roberto Matthews” como Sitio de Memoria del terrorismo de Estado. La señalización fue organizada con el apoyo y el acompañamiento de la Municipalidad de Córdoba, la Comisión Provincial de la Memoria y la Fundación “Casa de la Memoria Imprenta del Pueblo Roberto Matthews”. En este lugar funcionó, desde 1974 a 1976, la Imprenta del Pueblo “Roberto Matthews”, perteneciente al Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT- ERP). Ubicada a 10 metros de profundidad, en una bóveda de grandes dimensiones, se imprimieron miles de ejemplares de los periódicos revolucionarios El Combatiente y Estrella Roja, junto a folletos y libros de política y literatura, que formaban parte del aparato de propaganda nacional del PRT-ERP. Esta casa fue una pieza clave para la batalla de ideas que la organización se propuso dar. El 12 de julio de 1976 -en el marco del plan sistemático de terror y exterminio ejecutado por la última dictadura cívico-militar- el Ejército Argentino, junto con el apoyo de la policía provincial, ingresaron ilegalmente a esta vivienda. En los días sucesivos, los militares hallaron el acceso al subsuelo donde se encontraba la imprenta. Desde ese momento, el lugar fue utilizado como centro clandestino de detención por aproximadamente dos años, en los cuales mujeres y hombres perseguidos por su militancia política y social permanecieron detenidos y sometidos a torturas. Muchas de las víctimas que pasaron por este lugar fueron asesinadas o continúan desaparecidas.

 

Ambos títulos nos instan a desuscribir a la dicotomía clásica entre lo público y lo privado. La idea de que el individuo tiene un escenario interno de pensamientos, imágenes, valores e ideas que están tajantemente separados del mundo, así como la ficción de que la vida de este transcurre lo más campante en uno u otro lugar, relacionándose con tal o cual persona sólo accidentalmente, es una idea que fue históricamente construida y nada muestra que sea necesariamente cierta. Más bien, parece ser que vamos a necesitar cada vez más textos como estos: que vuelvan a incorporar la dimensión pública que atraviesa a todo individuo, al mismo tiempo que señalen el impacto que una persona puede tener en la vida de una institución. 

 

Raymundo Gleyzer: Ni olvido ni perdón (1972)

Ni olvido ni perdón / de Raymundo Gleyzer (1992)

El 15 de agosto de 1972, durante el gobierno dictatorial del general Lanusse, veinticinco presos políticos pertenecientes al PRT-ERP, Montoneros y las FAR, se fugaron del penal de Rawson en la provincia patagónica de Chubut. Seis de ellos lograron llegar al Chile de Salvador Allende. Diecinueve no alcanzaron a subir al avión. Se entregaron luego de acordar públicamente garantías para su integridad física. El 22 de agosto fueron fusilados a mansalva con ráfagas de ametralladoras en la base aeronaval Almirante Zar (próxima a la ciudad de Trelew), en lo que se conoció como la Masacre de Trelew.

El cine militante

Gleyzer, militante del PRT, crea junto a sus compañeros el grupo Cine de La Base. Realizan distintas películas que buscan contra-informar al discurso oficial, de forma autogestiva, y bajo censura institucional. El film como una herramienta más de militancia proyectada en funciones clandestinas que funcionaba para denunciar, discutir y convocar. Es interesante que si bien son pensadas como herramientas de militancia, su construcción es cinematográfica, con recursos y estructuras claras y profundas: en este caso, el film combina la ficción con registros documentales de otras obras del cine militante y toma como referencia representantes políticos propios de ese contexto para representar a sus personajes. El grupo Cine de la base termina dispersándose por la represión: la mayoría de sus integrantes se exilian y Raymundo Gleyzer es desaparecido por el gobierno militar.