Marxismo y desarrollo

 

 

Entrar al marxismo puede resultar apabullante. En sus cerca de 200 años de historia, sin sumar los antecedentes indirectos e inmediatos que hacen a esta forma de ver el mundo, la influencia del pensamiento de Marx y Engels ha resultado tan crucial, tan abarcativa y tan determinante (por una u otra vía) en los avances del sistema económico mundial, que intentar esquematizar distintas etapas de esta escuela precisa hacer recortes caprichosos y lamentables en el contenido, ofreciendo sólo una parcialidad muy chiquita de esa totalidad de eventos, conformada tanto por grandes hechos políticos como por intervenciones teóricas, siempre necesariamente entrelazados. 

En virtud de todo aquello, un libro como la novedad de Ronaldo Muck resulta doblemente gratificante: puede ser para algunos un manual, con apartados dedicados a definiciones de nociones centrales como marxismo, modo de producción, desarrollo, contradicciones o ‘’todo lo sólido se desvanece en el aire’’, intercalado con la interpretación o recalibración que algunos grandes teóricos, como Lenin, Trotski o Luxemburgo,  harían de estas categorías. Es sobre todo el juego de las primeras dos la que ocupa a Muck: Marxismo y desarrollo: pensamiento crítico se trata en definitiva del conflicto que tiene esta corriente con el propio despliegue histórico de las fuerzas productivas. El problema es de larga data; ya Marx se preguntaba si son los países desarrollados el futuro de todos los demás, o si el futuro desenlace de la lucha de clases encuentra su realización en un país subdesarrollado como Rusia, y Lenin también encontraba contradicciones en la presunta coordinación que el desarrollo tenía con el capitalismo. Como dice Muck, el tema general de este libro es si el capitalismo genera desarrollo o subdesarrollo en la periferia global fuera de su corazón del Atlántico Norte. El marxismo siempre se ha comprometido con el desarrollo, aunque de formas dramáticamente opuestas. Para algunos marxistas, el desarrollo capitalista en todo el mundo es progresivo en la medida en que conduce a la creación de una clase trabajadora y esto allana el camino hacia el socialismo. Para otros, el desarrollo tal como lo conocemos es intrínsecamente perjudicial para el mundo no europeo en la medida en que solo conduce al ‘’subdesarrollo’’. <<La globalización>> por ejemplo, es un concepto que se ve envuelto en este debate: ¿es una categoría válida para un análisis marxista de la realidad, acaso un estadio deseable en la realización de la visión de Marx de una expansión global de las fuerzas productivas, o debe combatirse esta idea? 


El principal logro de Muck, en ese sentido, es plantear una serie de teorías del desarrollo, sucesivas y acordes a cada momento histórico de los últimos dos siglos, que no necesariamente concuerdan entre sí. Desarrollo se dice, en definitiva, en muchos sentidos, y vale la pena leer en Muck los marcos que hacen posible la significación de cada uno de ellos. Qué sea desarrollarse, que implica ejercitar tal acción, si es una virtud o un vicio, no puede ser lo mismo entre 1870-1914 que entreguerras, o después de 1945.

La presentación de Luxemburgo resulta de especial interés, siendo ella según Muck la primera que entendió el papel constante de la acumulación originaria. Dice que el capital necesita los medios de producción y la fuerza de trabajo de todo el mundo para una acumulación sin trabas, no puede arreglárselas sin los recursos naturales y la fuerza de trabajo de todos los territorios. Luxemburgo continúa el análisis marxista y lo lleva hasta sus últimas consecuencias para encontrar que el imperialismo es una ley intrínseca del capital, así como diría Lenin en su ya clásico texto. La acumulación es imposible en un entorno capitalista, y por ello el capital debe expandirse a nuevos sectores y terrenos. El avance teórico que logra Rosa Luxemburgo consiste en demostrar que la ‘’acumulación primitiva’’ no fue sólo parte de la etapa formativa del modo de producción capitalista, sino que fue, más bien, una característica permanente.

Así como con El trotskismo en la Argentina, el pensamiento marxista sigue trayéndonos novedades, incluso en su propia historia, y el presente se vuelve algo menos opaco cuando calibramos los instrumentos con que lo pensamos. Marxismo y desarrollo son vectores de análisis que pueden ayudarnos a entender el lugar que ocupa este presente puntual en una historia que lo excede.