ABUSOS POLICIALES / JOBARD FABIEN
La evidencia actual de que el Estado dispone del monopolio de la violencia física parece dispensar a la sociología del estudio de sus manifestaciones concretas. La situaciones de empleo de fuerza abusiva por parte de la policía, en efecto, son escasas, y el proyecto de observarlas implica un costo considerable, disuasivo, cuando la simple presencia de un observador no altera la probabilidad o el desarrollo de las situaciones violentas. La escasez efectiva de las violencias policiales invita a una sobreinversión teórica, acompañada de una dimisión empírica. ¿Sobreinversión teórica y dimisión empírica? Detrás de estas interacciones violentas o brutales que no podemos ver se supone una habilitación originaria[1], en un salto metafísico que nos arranca de la comprensión de las situaciones concretas para depositarnos a orillas de la filosofía política, alejados mil leguas de las interacciones en juego. O incluso se declara a la sociología de la policía sociología de los usos sociales de la fuerza y de la legitimación del recurso a la fuerza en las relaciones políticas. Se deja de lado entonces la violencia como tal, considerada inmanente a toda intervención policial (cuando menos a