DEMOCRACIA DELEGATIVA / O DONNELL GUILLERMO
La recuperación de la democracia despertó en nuestra región un fuerte entusiasmo que se vio ampliamente reflejado en la literatura que acompañó su retorno. Sin embargo, al comenzar la década del noventa esa sensación fue desplazada por un marcado desencanto que crecía a medida que se advertía la permanencia de viejas prácticas y estilos políticos poco consonantes con la democracia imaginada. Ese cambio anímico no demoró en expresarse en una nueva generación de estudios sobre el tema que aportó diagnósticos despojados de las ilusiones y el voluntarismo que distinguieron a muchos de los primeros enfoques sobre la transición democrática. La convivencia entre rasgos democráticos y autoritarios que resaltaban estos estudios derribó algunas expectativas fundacionales iniciales y nos recordaron que en las nuevas democracias aún latían legados y reflejos del pasado. En ese marco, y como expresión de ese clima, el concepto de democracia delegativa acuñado por Guillermo ODonnell en 1990[1] apareció en esos años junto a otras categorías que también manifestaban preocupaciones muy próximas.[2] ODonnell describe a esta democracia como un nuevo animal que si bien cubre los requisitos poliár
