Los guaranies y sus misiones / SARREAL JULIA
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Durante el período colonial, cientos de miles de indígenas de las regiones fronterizas de América Latina ingresaron en las misiones católicas. Abandonaron las pequeñas, dispersas y nómades comunidades a las que pertenecían para vivir en grandes y estables pueblos misioneros con sacerdotes católicos. Muchos de estos aborígenes se volcaron a las misiones como una forma de proteger a sus comunidades y a ellos mismos de las presiones vinculadas con el imperialismo español. A diferencia de este punto de vista, la Corona española vislumbraba a las misiones como un dispositivo para incorporar a estos pueblos y sus tierras al Imperio. Con esa ambición, la Corona dispuso que los jesuitas, los franciscanos, los dominicos y los mercedarios unieran los grupos dispersos de pueblos originarios para que vivieran en pueblos misionales unificados, donde los sacerdotes les enseñaran el catolicismo y los instruyeran en la agricultura sedentaria y en las prácticas culturales europeas. Ya en 1767, más de 265.000 nativos residían en más de doscientas misiones jesuíticas fundadas a lo largo y ancho del Continente Americano.