Sobre la democracia en la era digital

Sobre la democracia en la era digital

Los resultados de las elecciones primarias, más allá de las legislativas del 2021, causaron más de una sorpresa en un cuerpo social que había, digámoslo así, subestimado la importancia de ciertos recursos a la hora de construir representatividad. Una vez más, la mañana del lunes post-elecciones nos encontró charlando del funcionamiento de la democracia en un mundo digital, con una discusión advenediza que lleva al ámbito político una dicotomía entre las llamadas primera y segunda vida: entre la preocupación por el avance de discursos reaccionarios y de colonización financiera, aparece también la alerta de que un cierto dominio de <<el territorio>> por parte de <<el aparato>> político sea tal vez ineficaz frente a lo que aparenta ser una construcción política confinada a los medios tradicionales de comunicación, las redes sociales, y a la extraña simbiosis de ambos a la que cada vez más apuestan los grandes grupos mediáticos. 

Rápidamente se nos dice que tiene que haber algo más, que ningún candidato puede llegar a representar a un tercio de quienes se acercaron a votar sin que las condiciones materiales de sus vidas permitan verlo como una buena opción. Pero tal realidad no puede empañar la gran comunidad libertaria que desde hace un tiempo a esta parte ha logrado tender puentes digitales entre personas que se encontraron paulatinamente representadas por Javier Milei. 

Nuestra vida digital es todavía demasiado nueva para habernos acostumbrado al lugar central que estas ocupan en nuestra primera vida, y si la manera en que un algoritmo comercial es capaz de anticipar un embarazo (y consecuentemente poder ofrecer productos acorde) antes de que lo hagan los allegados de la persona embarazada misma nos resulta demasiado misteriosa, es todavía más enigmático entender cómo un sistema tan complejo como la totalidad de un país con sus instituciones democráticas se ven afectadas por esta segunda vida que cada vez más ciudadanos llevan, en una medida cada días más desenfrenada.

Nos alegra tener siempre a mano un libro para pensar, sobre todo cuando aquello de lo que tratan el mundo y los textos es tanto más irrefrenable en tanto no podamos entenderlo. Si La democracia internet era un libro interesante cuando salió en 2016, hoy nos resulta de lectura obligada. La introducción nos convence de que la lógica de la web, por la cual toda conversación tiende a publicitarse, otorgando, ya sin distinción entre profesionales y amateurs, un derecho a la toma de la palabra, de lugar, parecería en principio que paradójicamente, a un creciente individualismo radicalizado. Dominique Cardon, autor del título, aduce una causa histórica en la génesis de internet que daría cuenta de este caracter individualista de ámbitos que sólo existen alrededor de una socialización: la ideología californiana que sostuvo activamente la liberalización de los mercados, fieles a su aborrecimiento de los poderes y de las obligaciones reglamentarias. Esta filiación de los fundadores no funciona de todas formas como explicación. Más certero parece ser el diagnóstico de internet como una Torre de Babel, como metáfora de un laberinto donde no dejan de agitarse las polémicas y los rumores, ante el cual los internautas objetan la posibilidad de una auto-organización. Ellos pretenden gobernar por sí mismos ese desorden de manera horizontal y descentralizada. 

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El autor ilustra esta dinámica narrando el funcionamiento de corrección entre pares que implica cada artículo de wikipedia. Este mecanismo representa en principio un abuso de la suposición de igualdad, por la cual un amateur está legitimado a desestimar la autoridad de alguien profesional en un área determinada. Lo cierto es que esta corrección parece necesitar y fomentar en principio una descentralización del poder, y podemos ver que la propuesta así planteada no difiere demasiado de la criptoeconomía y la blockchain, una idea que en Argentina, sobre todo por los actores que introdujeron esta tecnología al público masivo, no puede dejar de asociarse con el sueño de cerrar el Banco Central al que los libertarios no renuncian siquiera en la campaña presidencial.

El autor identifica a su vez un problema al que denomina venganza de la geografía, para constatar el hecho empírico de que la web, lejos de ayudarnos a conectar más con personas que nos estaban espacialmente vedadas, reúne sobre todo a internautas que están espacialmente cerca los unos de los otros. Las comunidades, lejos de volverse más heterogéneas, se convirtieron en fenómenos electivos, que ‘’se presentan como el resultado de un conjunto de acciones individuales que, inicialmente, estarían poco y nada guiadas por un sentimiento colectivo’’

 
 

Teniendo entonces una segunda vida digital que se confunde cada vez más con la primera, y una estructura en internet que parece fomentar la aparición de una visión radicalizada del individualismo, cabe preguntarse si acaso peligra la democracia como proyecto colectivo. Nadia Urbinati anticipa que tal peligro ya nos alcanzó y que las democracias tienen rasgos que las diferencian de lo que uno esperaría que ellas sean. Democracia desfigurada: la opinión, la verdad y el pueblo es el nombre del título cuya traducción hoy ofrecemos al público hispanohablante.

 

La autora identifica a los gobiernos democráticos como aquellos donde cada individuo, entre otras cosas, tiene derecho a la opinión. Esta tiene su correlato material en la máxima de que a cada persona corresponde un voto, lo cual exige que tengamos un derecho de igualdad de acceso a la información. Ahora bien, en nuestras nuevas democracias embebidas digitalmente, esto parece cumplirse si y sólo si hay derecho de igualdad al impacto comunicacional, es decir, no sólo si todos tenemos el derecho a recibir la misma información, sino que también podemos hacerla circular de la misma manera y con idéntica eficacia que el resto de los ciudadanos. 

Algo interesante que señala la autora, más allá de que la simetría entre la capacidad de informar e impactar de cada ciudadano, es que el ámbito en que ellos encuentran la posibilidad de expresarse públicamente en espacios de monitoreo privado. Tal vez como nunca antes, desde que Elon Musk adquirió twitter se ha vuelto parte de la conversación pública (sobre todo en la misma red social) el hecho de que la forma que tenemos de encontrarnos los unos con los otros en estos ámbitos depende de los intereses y los mecanismos dispuestos por quienes controlan el software. Por ello dice que el foro de las opiniones participa de la soberanía democrática, aunque no tiene ningún poder de autoridad formal y su fuerza es externa a las instituciones. Parecemos en algún punto estar llegando por medios inauditos a la culminación del proyecto histórico que Kant nos presenta en ¿Qué es la ilustración?: pensamos todo lo que queremos, pero obedecemos. Y no podremos hacerlo de otra forma en tanto los espacios que susciten a la discusión pública esten diagramados de forma privada. La lectura de formatos que nos ayuden a escapar a la lógica mercantil, de uso y desgaste fugaz, que susciten el encuentro entre cuerpos y no sólo de las proyecciones que de ellos tenemos. Estos libros son sólo algunas de las opciones que a nosotros nos han ayudado a hacerlo. 

 

Todo espectador es un cobarde o un traidor

La hora de los hornos / de Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino (1968)

La hora de los hornos (1968), realizada por Fernando Solanas y Octavio Getino en la clandestinidad, es un documental de tres partes que ofrece una genealogía del estancamiento de Argentina, de la historia del despojo, revelando los vínculos entre sus élites y las potencias extranjeras, al tiempo que recuerda a los espectadores su responsabilidad a la hora de rearmar el camino de la Argentina. Un cine de guerrilla en su sentido más literal y poderoso: imágenes y lemas que atacan como balas, en lo que se desarrolla como un exasperante llamado a las armas. Abarcando cuatro siglos de economías dependientes de América Latina, este tour de force visual utiliza voces en off militantes, una edición de imágenes de hambrunas, enfermedades, privaciones, violencia militar y policial y intersección con monumentos culturales e imágenes del imperialismo consumista. “Un pueblo sin odio no puede triunfar”, advierte desde el principio una cita del Che Guevara.

“Camaradas, esto no es sólo la proyección de una película, ni tampoco un simple espectáculo. Es ante todo una acción”. El cine como praxis, el cine como una llamada de alarma. “Politizar es abrir, despertar, dar a luz al espíritu”, cita la película Los condenados de la tierra de Fanon. Un cine político humanista, un diagnóstico apasionado de las estrategias ideológicas y económicas neocoloniales como una prueba de los límites de su poder.

Z / de Costa- Gavras (1969)

Costa-Gavras realizó su film "Z" un año después, y se exhibió en la misma época que "La Hora de los Hornos". Fueron unas veinte o veinticinco mil personas a ver esta última en París.

En “Z”, un diputado de oposición es asesinado, mientras que un periodista utiliza métodos poco ortodoxos para acumular pruebas en contra de varios militantes de un partido de extrema derecha. La represión es la regla del día en esta película que critica el gobierno griego de la década de 1960. Z, un agitador de izquierda, muere en lo que parece ser un accidente de tráfico. Pero dado el clima político, la muerte de un activista tan destacado plantea interrogantes inquietantes. Un examen post mortem sugiere que el partido gobernante estuvo detrás de su muerte. A medida que se filtran los hechos, quienes dicen la verdad pagan el precio de su honestidad.

El tercer largometraje del director griego está basado en la novela de Vassilis Vassilikos de 1966 y presenta un relato ficticio de un intento de asesinato que, como dice sin rodeos el texto introductorio, pretende parecerse a la vida real. 

El análisis de Z sobre el compromiso partidista avanza en la compleja relación entre el individuo y una entidad política, planteando preguntas sobre por qué uno se vuelve políticamente activo y por qué debería hacerlo. Lo que el panorama muestra es que las fuentes de inspiración (un trabajo, dinero, seguridad, una promesa social) a menudo son en sí mismas material para la explotación, ya que quienes están en el poder se aprovechan de la debilidad, la desesperación y las afiliaciones pasadas y presentes.

Cómo se hizo “La hora de los hornos” / Entrevista con Fernando Solanas acerca de su filmación

Fernando "Pino" Solanas - Cómo se hizo "La Hora de los Hornos"

Pino Solanas comienza diciendo en la entrevista: “En aquella época, año 65, 66, 67, la palabra paradigmática era “liberación”, así como también en el documental hay un eje alrededor de que quienes se liberan, son inmortales, o invencibles. Hoy en la Argentina el partido político “La Libertad Avanza” obtuvo mayoría en las elecciones primarias. Es necesario preguntarse, preguntarnos, qué significa la libertad y qué sentidos abarca. ¿De qué hablamos cuando hablamos de libertad? El apogeo libertario se sustenta en la incapacidad de la dirigencia política para ofrecer soluciones del fondo. Sin embargo el renacer de "las ideas de la libertad" tiene como telón de fondo las mismas recetas que se aplicaron en los '70 y en los '90. Incluso quizás los mismos ganadores y los mismos perdedores. Desde hace tiempo el vocablo y sus derivaciones se utiliza caprichosamente para intentar fundar posiciones extremas, al punto de pretender que la “libertad” solo es prerrogativa de un sector, de una facción, de una idea. Como si la “libertad” no fuese en cambio un lazo invisible e incorruptible que nos abraza a todos y cada uno, habilitándonos a convivir en medio de las diversidades y las diferencias. Como si cuidarla no fuese un mandato tácito para todos y cada uno de los que la viven y la disfrutan. ¿La libertad de y para quiénes?