PENSAMIENTO CRITICO EN LA ESCUELA, EL / CASTELLANO HUGO

Los educadores escuchan cada vez con mayor frecuencia la orden de “enseñar a pensar”. A toda hora y en todos los niveles se les demanda estimular la adormilada actividad racional en sus estudiantes y se los entrena para que cambien sus formas de evaluar, pasando de las tradicionales pruebas memorísticas a complejos y sofisticados tests que procuran medir la comprensión profunda de los temas bajo estudio. De golpe, la escuela parece haber descubierto que no está haciendo bien su trabajo y ahora el pensamiento crítico se ha vuelto una preocupación casi constante de los docentes, de los padres y, sobre todo, de los medios, para quienes siempre es buena una mala noticia. Si tan necesario se ha vuelto enseñar a pensar, las conclusiones inmediatas pueden ser dos: que una considerable cantidad de personas no piensa con la frecuencia, intensidad y corrección debidas, y que deseamos que lo hagan.